Gran grupo de obreros albañiles de época antigua, vestidos con ropa sencilla y desgastada, sin equipo de seguridad moderno, posando juntos en un ambiente laboral tradicional.

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Breve historia del nacimiento de la Cooperativa San Marcelino

En el frío invierno de enero de 1975, en un bar ya desaparecido del barrio valenciano de San Marcelino, se reunían cada mañana los encargados, jefes de cuadrilla, oficiales y peones de las empresas de construcción y reformas. Allí, entre cafés y un vasito de “cassalla”, compartían los planes y trabajos del día.

En esas reuniones informales, los jefes de cuadrilla preguntaban de mesa en mesa si alguna cuadrilla tenía albañiles, fontaneros o electricistas libres para prestar en ese momento o durante varios días, con el fin de completar la mano de obra necesaria para sus obras. La cooperación era total: se intercambiaban trabajadores, se compartían trabajos, y también se prestaban herramientas que se devolvían a la semana siguiente, pues no había tiempo para comprar nuevas el mismo día.

Esta cooperativa funcionaba a base de confianza, palabra y seriedad; no hacía falta firmar nada porque todo se respetaba. La esencia de la cooperativa era la colaboración entre cuadrillas, encargados y obreros, y ese espíritu fue la base de su éxito.

Con el tiempo, las cuadrillas crecieron, el bar se quedó pequeño y esta idea de colaboración mutua entre pequeñas empresas de construcción se fue extendiendo a los pueblos cercanos a Valencia. En las comarcas de la Ribera Alta y Ribera Baja surgieron fuertes colectivos de cooperantes. Albañiles de localidades como Picassent, Benifayó, Algemesí, Alzira, Carcaixent, Alberique o Sueca se desplazaban cada mañana a primera hora en tren hacia Valencia para trabajar.

La cooperativa llegó a contar con más de 20 cuadrillas y casi 150 trabajadores especializados: albañiles, fontaneros, electricistas y carpinteros. Sin embargo, durante la crisis económica de 2008, el 90 % se quedó sin empleo y muchos tuvieron que emigrar a Francia, Alemania e Inglaterra, mientras la construcción se paralizaba parcialmente.

A partir de 2015, algunos albañiles comenzaron a regresar a España, retomando contacto entre ellos, enviándose cartas y reconectando con sus antiguos compañeros. Así, la cooperativa volvió a levantarse, con hijos y nietos de aquellos primeros fundadores —como Batiste Canet, Vicente Tamarit y Juan Olmos— formando parte hoy de una gran cooperativa con más de 30 socios, que representan a más de 132 trabajadores en sus empresas.

Actualmente, la cooperativa agrupa profesionales de diversas especialidades: albañiles, fontaneros, electricistas, carpinteros, cristaleros, piseros, escayolistas, encofradores, chapadores, expertos en descuelgues verticales, entre otros. Son empresas con una trayectoria consolidada, que han pasado de generación en generación, manteniendo vivo el espíritu de colaboración que dio origen a la Cooperativa San Marcelino.

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